sábado, 15 de octubre de 2011

Festividad de Santa Teresa de Jesús, Virgen y Doctora de la Iglesia


Santa Teresa de Jesús, o Santa Teresa de Ávila, Virgen y Doctora de la Iglesia, nació en Ávila en 1515 y murió en Alba de Tormes (Salamanca) en 1582. Dotó el Señor a esta mujer extraordinaria de maravillosas prendas naturales de ingenio, juicio y grandeza de corazón más que varonil. (Intr.) Sobre esto, la gracia la colmó de sus mejores carismas: oración, humildad, celo de las almas, unión altísima con Dios; de donde resultó la grandeza incomparable de la Santa castellana, aquella santidad tan sobrenatural y a la vez tan humana, aquel magisterio en los caminos de la mística (Col.) y aquella fecundidad como reformadora de la Orden Carmelitana.

El siguiente poema, escrito por ella misma, resume la fe y filosofía de vida de la Santa española:

Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda.
La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta.

Eleva el pensamiento,
Al cielo sube,
Por nada te acongojes,
Nada te turbe.

A Jesucristo sigue
Con pecho grande,
Y, venga lo que venga,
Nada te espante.

¿Ves la gloria del mundo
Es gloria vana;
Nada tiene de estable,
Todo se pasa.

Aspira a lo celeste,
Que siempre dura;
Fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.

Ámala cual merece
Bondad inmensa;
Pero no hay amor fino
Sin la paciencia.

Confianza y fe viva
Mantenga el alma,
Que quien cree y espera
Todo lo alcanza.

Del infierno acosado
Aunque se viere,
Burlará sus furores
Quien a Dios tiene.

Vénganle desamparos,
Cruces, desgracias;
Siendo Dios su tesoro,
Nada le falta.

Id, pues, bienes del mundo;
Id, dichas vanas;
Aunque todo lo pierda,
Sólo Dios basta.


OREMVS

EXAVDI NOS DEVS SALVTARIS NOSTER VT SICVT DE BEATAE TERESIAE VIRGINIS TUAE FESTIVITATE GAVDEMVS ITA CAELESTIS EIVS DOCTRINAE PABVLO NVTRIAMVR ET PIAE DEVOTIONIS ERVDIAMVR AFFECTV PER DOMINVM...

Oremos

Óyenos, Dios Salvador nuestro; para que así como nos gozamos en la fiesta de tu Santa Virgen Teresa, así también nos alimentemos con el manjar de su celestial doctrina, e imitemos el fervor de su piadosa devoción. Por Nuestro Señor Jesucristo, amén.

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